Cada verano, el sol y el calor excesivo pueden ser peligrosos, en algunos lugares más que en otros, y lo dice alguien que vive en la preciosa, pero calurosa ciudad de Xàtiva, en la provincia de Valencia.
Tenemos que protegernos de ambos, porque la exposición excesiva a la radiación ultravioleta A y B de la luz solar puede provocar quemaduras, además de otros efectos nocivos en la piel, desde envejecimiento prematuro a cánceres como el carcinoma basocelular, el epidermoide o el melanoma maligno. Y cuidado, porque podemos sufrir lo que se conoce como “golpe de calor”.
Por encima de los 38ºC empezamos a funcionar mal, activándose nuestro cuerpo para eliminar parte de ese calor y mantener una temperatura adecuada.
¿Cómo lo hace?
Primero, aumentando la frecuencia cardíaca para bombear más sangre desde el interior del organismo a la piel y las extremidades, produciéndose un ensanchamiento de sus arterias o vasodilatación. Es como si la piel robase sangre del interior. Eso explica que cuando llega el verano muchas personas hipertensas tengan que disminuir la dosis de los medicamentos que toman para bajar la presión arterial, porque no necesitan tomar dosis tan altas como en invierno, época en la cual sucede lo contrario, las arterias periféricas se contraen y la sangre huye desde la piel al interior del organismo para defendernos del frío.
En segundo lugar, se activa el sudor, ya que al humedecerse la piel y evaporarse los líquidos se reduce algo la temperatura.
Si la temperatura a la que estamos sometidos sigue siendo alta, el cuerpo tratará de enfriarse intensificando estos mecanismos, por lo que la sangre robada por la piel dejará de estar disponible para otros órganos. Los riñones no depurarán la sangre bien, el corazón tendrá que bombear la sangre a mayor ritmo y el cerebro se irrigará peor y, por lo tanto, recibirá menos oxígeno. La excesiva sudoración, si no se compensa tomando líquidos, agua y sales minerales, puede hacer que nos deshidratemos.
Cuando el calor persiste y estos mecanismos fallan, la temperatura corporal va aumentado y cuando se superan los 38º empiezan a producirse daños.
En primer lugar AGOTAMIENTO POR CALOR, con debilidad, malestar y fatiga, que precede al GOLPE DE CALOR, un colapso del sistema circulatorio que puede derivar en fallo multiorgánico, con fiebre mayor de 39º, mantenida y a veces resistente al tratamiento, dolor de cabeza intenso, confusión, mareos y marcha inestable, así como signos de deshidratación con piel seca y muy caliente, taquicardia y taquipnea (corazón y respiración a toda velocidad), náuseas, vómitos, y en casos extremos convulsiones y coma.
Cualquier persona puede sufrir un golpe de calor, si está expuesta a altas temperaturas, pero hay algunas más vulnerables como son los niños y lactantes, las embarazadas, los enfermos crónicos y las personas mayores de 75 años, que lo sufren antes y con temperaturas no tan altas.
El golpe de calor puede alcanzar una tasa de mortalidad superior al 70%, si no se ponen en marcha medidas para evitarlo, pero de esto, de cómo protegernos de las altas temperaturas y qué hacer ante un golpe de calor les hablaré en un próximo post
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